Querida yo,

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Para cuando leas esto habrá pasado tiempo, no sé cuanto pero lo único que tengo claro es que necesitarás leerlo. Hoy te has propuesto cambiar, como tantas veces, y eso no te hace peor sino todo lo contrario, demuestra tu gran esfuerzo por querer mejorar continuamente. Muchos días te ha costado mirarte al espejo y no ver lo que esperabas o lo que otros te hicieron creer que necesitabas ser. Han sido épocas difíciles, muy oscuras en las que sin imaginarlo te has visto sumergida, pero aquí estás intentando salir a flote. Eso es de valientes, te lo recuerdo yo ahora para cuando tú no puedas, cuando sientas que vuelves a tocar fondo o simplemente te sientas de nuevo a la deriva. Eres increíble, sólo por el hecho de existir ya lo eres. Pero sobre todo por el esfuerzo de querer seguir adelante, de dejar todo lo que duele atrás. Hay días que cuestan más y eso lo sabemos, hemos vivido suficientes situaciones como para saber que ni el sol sale eternamente ni llueve de por vida. Hay días que sientes que te puedes comer el mundo y otros que simplemente te cuesta sobrellevar este caos que alguien decidió llamar vida. Pero sigues e insistes. Ojalá cuando leas esto hayamos aprendido a querernos mejor, de una manera más sana, como queremos al resto. Si te sientes estancada recuerda y echa la vista atrás, te darás cuenta que hasta los detalles más imperceptibles del momento a la larga tienen un gran impacto en nuestra vida. Gracias por todo el esfuerzo, intento recordarnoslo siempre, a quien fuimos, a quien somos y a quien seremos. No te culpes por lo que pudiste hacer y no hiciste, no te lamentes por lo vivido, sigue aprendiendo, sigue adelante. La niña que fuiste te lo agradece, cada vez tiene menos heridas abiertas y más cicatrices, cada vez te recuerda menos los miedos que tiene y más los sueños cumplidos. Respira cuando sientas que no puedes más, tienes derecho a parar y llorar, tienes derecho a sentirte mal, pero no te olvides de levantarte, sacudirte las rodillas y seguir adelante, siempre pa’lante. Querida yo, porque así deberíamos habernos tratado siempre, estoy orgullosa de ti y gracias por nunca rendirte. Te quiero, te quise y nos querré en todas nuestras versiones.

El verdadero amor.

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Me encantaría decirte tantas cosas. Empezar contándote que encontré a esa persona que un día juraste que encontraría, tras diez años dejé de compararte con todo aquel que me besaba. Conseguí bajarte del pedastal al que te había subido y me encanta recordar lo mucho que te quise, como una adolescente se dejó el corazón durante diez años anclado a tu recuerdo. Me encantaría decirte que te he superado pero para ello debería comenzar a olvidarte y me niego, porque gracias a ti soy quien soy, tu me ayudaste a crecer, me viste hacerlo. También reír. Por los cuatro costados, también por los lados de la cama. Qué feliz era, y que feliz soy. Te encantaría saber que sigo manteniendo esa manía que juraste que alguna vez dejaría. Qué sigo amando la fotografía. La música. Que estoy empezando a quererme mejor. Te encantaría mi último tatuaje y seguro que dirías que te enamoraste así de mí. Libre. Tan libre que nos dio miedo al principio querernos. Dos almas tan fugaces que tras mirarse supieron que querrían compartir todas sus noches, con sus lunas. Que todas mis noches serán luna, algo tan simple y mágico que siempre será nuestro. Palabras clave que sólo tú sabrías describir cómo me siento sin decírtelo, porque nos sentíamos así. Nos queríamos así. Ojalá vieses la mujer que soy a día de hoy. Te sacaría de quicio y seguramente seguirías riéndote de lo rápido que pierdo el hilo. Me regalarías una caja. Te daría mi libro que nunca vió la luz y del que tú siempre fuiste protagonista. Te daría las gracias, infinitamente. Aún habiendo cometido errores, aún habiendo sido unos críos sin suficiente inteligencia emocional. Te abrazaría como la última vez, con las lágrimas en los ojos. Gratitud eterna. Un amor eterno, mi primer gran amor. Irme sin querer hacerlo fue lo más duro, pero saberte feliz a día de hoy por haber hecho trizas mi corazón mereció la pena. Merecías la alegría. No importa cuán lejos estemos, recuerdas. ‘Se separaron y tomaron caminos opuestos, pero olvidaron que el mundo era redondo’.

TEANDECO.

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Y nos imagino así, juntos, sudando, follando, cómo si fuese capaz de recordarte de otra forma. Tú que me devolviste las alas cuando las sentía rotas. Qué te pregunten a ti de querer a medias, de sentir, de dar, de ser. Que se rían contigo y no de ti, porque por ahí no paso. Que de las trescientas veces que quise decirte ‘te’ ninguna era mentira pero cada una de ellas se fue haciendo más verdad y joder, vaya que si te quiero. Dicen que la persona correcta es la que te vuelve un poco loca y yo contigo hago contacto toma tierra, me conectas con la vida, me devuelves la paz que un día me quitaron y comprendo que no hay mayor sonrisa que las que te sacan tras un reto en mitad de un beso. Y yo te deseo. Te deseo cada una de las veces en las que me sonríes como si la vida nunca te hubiese dolido lo suficiente hasta que me recuerdas lo mucho que te costó ser valiente, y te admiro, en todos los ámbitos de la palabra. Y me quiero quedar a vivir en tus brazos, en el amor que le pones a todo lo que tocas.

S O R T E O.

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Estamos a una persona de ser 2200 personas en este blog, es algo increíble porque cuando empecé a escribir nunca me imaginé que en algún momento superaríamos los 100 seguidores. Y a pesar de haber estado tan inactiva y con rachas de no publicar nada, la gente ha seguido uniéndose a esta pequeña familia.

Por lo que me apetece sortear dos textos que escribiré de manera personal sobre lo que dos de vosotros me contéis, intentaré plasmar vuestros sentimientos entre letras que es lo que a día de hoy mejor se me da hacer.

Podéis comentar en esta publicación o directamente mandar un correo con ‘YO PARTICIPO y vuestro nombre’ a hazmepoesiablog@gmail.com.

UNA Y MIL VECES MÁS, GRACIAS.

Catarsis

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Y cuando menos te lo esperas ocurre. Ocurre que te sientes perdida, que las piezas de tu rompecabezas no encajan, que ya no eres la misma pero tampoco quieres volver a serlo. Te toca hacer de tus pedazos una muralla, protegerte de quién sabe que. Las dudas se agarran a cada parte de cuerpo cómo si estuviesen pidiendo auxilio. Llevan ahí toda la vida y tú no has sido capaz de prestarles atención, no las has querido ni cuidado… En que momento pensaste que te devolverían cariño.

Has creado un monstruo y esperas que sea amable contigo, cuando llevas dándole toda la vida la espalda.

Y llega el día en el que te miras al espejo y tiemblas, porque todas esas manías se han revelado, están ahí para demostrarte que por muy imperfecta que te sientas sigues siendo tú y eso es lo que te hace mágica. Tú empeñada en encajar, cuando lo que te hace diferente es lo que admira de ti la gente. Eres tu propia cruz y llevas toda la vida dándotelas de atea, tú que te creías a salvo de ti misma mientras tejías tu propia trampa. Ahora cuesta, la vida cuesta después de haberte dado de bruces.

De ver como tambalean tus cimientos, de darte cuenta que quién te prometió amor eterno fue el primero en lanzar la piedra y que si creía que de tocada pasaría a hundida, se equivocaba.

Sólo me ha servido para coger impulso, para abrazar a todos mis pedazos, escucharlos y protegerlos de personas como él. Ahora estoy menos ciega y con más ganas que nunca de quererme por encima de cualquiera, pero sin necesidad de pisar a nadie.

Twitter: @hazmepoesia

Ig: @noeliapol

Duela lo que duela.

He disfrazado tantas veces todo lo que siento por ti que hasta yo misma he llegado a dudar de si realmente te llegué a querer como a día de hoy recuerdo. Si con el paso del tiempo idealicé todo lo que nos fue rompiendo. Pero no puedo imaginar mi vida sin pensarte, porque soy quién soy por lo que tú me hiciste sentir, soy todo lo que un día odiaste y amaste en tiempo futuro. He imaginado tantas veces como será el día que te vuelva a ver que siento que no voy a poder soportarlo, si te girarás o volverás a sonreírme mientras me sujetas el corazón. Tengo tanto miedo que me recuerda a cuando te dije que te quería por primera vez y me dijiste que lo mejor era frenar en seco. Y yo aceleré, porque no entraba en mis planes perderte y he tenido que acostumbrarme tantas veces a tu soledad que jamás podré hacerme a la idea de no tenerte en mi vida… por eso mi puerta siempre la tendrás abierta, porque es lo único que pude prometerte y en lo que no fallé. Duela lo que duela, sea cuando sea, te querré hasta el último día de mi vida aunque eso me cueste la mía. No sabes cuantas veces dejé de escribir porque me decías que la vida no era como yo la describía, cuántas veces salí a buscarte y di la vuelta por no hacerte más daño. Cuántos ‘no te quiero’ para que tú volvieses a quererte a ti mismo aunque eso significase perderte definitivamente. Jamás podrás imaginar cuanto te quise y cuanto hice por verte feliz. Nunca podrás hacerte una pequeña idea porque hasta a mí me cuesta creer que llegue a quererte así, de una manera tan complicada de vivir como de recordar. Sólo te pido que si un día decides volver a mi vida, por favor, da un portazo aunque sea al irte pero no vuelvas si es para sacarme a puntillas de tu vida, como si no importase, como si nada nunca hubiese importado. Sino seguramente al fin conseguirás que te olvide y ese será el día más triste de mi vida, cuando al fin deje de recordar que algún día significaste algo para mí, que lo fuiste todo para terminar en nada. En la nada más absoluta.

Promesa del 2013.

Deberías saber que hay amores que duran toda la vida, «para siempre» que se convierten en condena. Que todas las canciones en las que te pensé siguen siendo cárceles emocionales de 4 minutos, que hay veces que cierras la puerta para dejar que la otra persona salga ilesa. Y te pasas los años sintiéndote entre mentira y dolor, porque todas las veces que quise decirte la verdad pensé en ti y escondí el corazón, cada uno de los momentos en los que tú me llamabas fría, todas las veces que me echaste en cara que nadie se enamora y desenamora de un día para otro. Todas las veces en las que de tu boca salían clavos ardiendo, todas y cada una de las noches que aparcaste de bajo de mi casa con la intención de buscar respuestas y te encontraste un muro de hormigón. Hay días que cierro los ojos y puedo volver a ellos, sobre todo aquel día en el que nos volvimos a encontrar después de tanto, después de todo lo que significa volver a dar dos besos a quien amaste hasta desgastarte, a quien le juraste un amor eterno y en eso no fallaste. Siento aún como me temblaban las piernas al verte bajar del coche, como aguanté las lágrimas al abrazarte y desee que ese momento fuese para siempre. Cuidado con lo que deseas porque se cumple. A veces siento tu olor en mis brazos, otras inconscientemente te recuerdo. Hay días que pienso que esto tiene que ser una locura, que mi yo de los diecisiete se niega a irse porque nunca te dijo la verdad, ni te la dirá. Es hora de asumir que tenías razón, no se puede hacer nada cuando sabes que tienes una deuda pendiente, una puerta a medio cerrar que hemos golpeado tantas veces que algún día terminará por derrumbarse, algún día quizás volvamos a ser. Y no por eso deberíamos ser pareja, porque eres la promesa más larga y dura de mi vida.

Te voy a querer siempre, y quizás si fue una amenaza cuando te lo dije entre risas de camino a casa aquel 2013.

Ansiedad.

 

Aquí os dejo el enlace para que podáis escucharlo.

No sé muy bien como empezar y seguramente le haya dado ya trescientas vueltas a cada inicio creyendo que no es suficiente. Porque así trabaja mi cabeza desde hace un tiempo y es difícil expresarlo quizás mucho más que admitirlo, y créeme que me ha llevado su tiempo. Empecé a dejar de hacer cosas que me gustaban, a posponer planes y poco a poco fui alejándome de mis amigos, porque cuando ni tú misma te entiendes crees que nadie te va a entender, cómo explicas que casi todos los días el vaso has dejado de verlo medio lleno y ha comenzado a rebosar. A veces es mejor dejar que la gente piense lo que quiera, que suponga porque ya bastante duro es dejarte a ti misma de lado. Pero la cabeza no para ni un segundo, hay días que me despierto con ganas de comerme el mundo y otros que siento que llevo toda la vida caminando con dos pies izquierdos, lo bueno es que al final aprendes a tropezar después de haberte caído tantas veces, aunque otras te cuesta levantarte y tirar para adelante. Sin darte cuenta te ves metida en un bucle infinito, y te toca convivir con dudas, con problemas pasados a los que inexplicablemente sigues buscándoles una solución. Pasas de cero a cien y de cien a cero en milésimas de segundo. Dejas de controlar tus emociones, mejor dicho, pierdes el control de tus emociones. Y lloro, inexplicablemente, sin sentido. Pero empiezo a pensar que quizás yo nunca lo tuve y me hago gracia, porque es lo único que intentas hacer, reírte. Te has pasado toda la vida queriendo y de golpe, has dejado de quererte y de entenderte. Y me miro en el espejo y sólo veo el reflejo de lo quedó de mí, de lo que ahora soy. Te pasas la vida intentando hacer felices a los demás y tu luz interior a veces parpadea, es curioso. Sobre todo cuando sientes que estás perdiendo la cabeza. Qué ojalá ser como los demás, volver a vivir sin una nube en la cabeza, pero luego recuerdo que adoro la lluvia y se me pasa. Qué desde pequeña me encantaba saltar en los charcos y ahora tengo el mío propio, con arco-iris incluido. Porque no todos los días son tan grises. A veces escampa, porque como buena gallega sé que no llueve eternamente. Es difícil abrirse en canal, quizás dentro de unos minutos esté al borde del colapso pero también volveré a ser un poco más libre, quizás así alguien consigue entender que no soy tan desastre y que ojalá haberos dicho que sí las mil veces que mi cabeza dijo que no. No sé si volveré a ser la misma de hace unos años, pero desde luego sé que no quiero seguir machacándome, haciéndome a un lado, intentando callarme a misma y dándome por perdida. De pequeña no entendía como alguien que sonreía, que hacia del mundo un lugar más bonito podía tener estos tipos de problemas y ahora esa soy yo, la que intenta seguir siendo la que era, la que lucha diariamente con ella misma, la que intenta manejar sus cambios de humor, a veces sin conseguirlo. A mí que me encantaba la sensación de vértigo, y ahora el vértigo soy yo. Cada día es una aventura nueva, una historia interminable de mis hazañas sobre mi cabeza, pero estoy bien o eso intento repetírmelo una y otra vez. Hay miedos que por mucho que quieras escapar de ellos, están ahí, siguen ahí, eres tú. Al final terminé por ir dejando de hacer todo lo que me llenaba por miedo a lo que pudiesen pensar, empecé escribiendo en el anonimato para al final quedarme yo misma en él, y duele, vaya que si duele. Y se van sumando problemas que para el resto del mundo son sencillos pero para ti hace mucho tiempo que dejaron de serlo. Te sientes como encerrado en una habitación rodeado de 1000 avispas, el corazón no te da una tregua y la cabeza menos. Y al final tienes miedo al miedo. Y salir de ahí es un salto al vacío. Quizás esto simplemente es un pequeño paso de todos los que me quedan por dar pero sin duda es uno de los más importantes, admitir lo que ahora soy, de que la gente que quiero pueda entender algo que llevo tanto tiempo intentando ocultar tras una sonrisa.

 

Si os ha gustado os pido como favor que lo compartáis para darle visibilidad al trastorno de ansiedad y que la salud mental es igual de importante que la física.

GRACIAS una vez más por todos los que cada día me leéis.

Lástima.

Como admitir después de tantos años que perdía la cabeza y el corazón por ti, como volver a sentir en mis manos de nuevo la derrota de haberte perdido. Qué era una niña fue la excusa del siglo para no volver a enfrentar ese sentimiento.

Que podré escapar de todo menos de ti, que hay heridas que jamás se volverán a cerrar, que hay amores que no volverán a ser aún siendo, que nosotros nos dimos por perdidos desde el primer momento. Que esperanza de vida tenía este amor, si progresamos con los meses como quién riega una planta ajena por lástima, para que no se seque, para que no se muera. Fuimos aquel gran fraude de las películas y tuvo el final que mereció esta historia que jamás debió ser contada.

Lástima, fue una lástima. Quererte es el peor castigo de cualquiera que esté en su sano juicio. Y aún así te quise, aún así dueles, aún así fuiste lo mejor de aquellos años aún sin quererlo, aún sin quererme.

Yo te quise, cuánto te quise.

Estoy llorando, nuevamente sin sentido. Siento como la pena esta estrujándome el corazón. Como si las doce uvas de nuestra última navidad juntos se hubiesen quedado en mi garganta y me fuese imposible tragar saliva. A veces los recuerdos vuelven a por ti en el momento menos oportuno, sin ser llamados acuden con tanta prisa y fuerza que sientes como si te fuesen a derribar. Y es que en el amor el que ama menos se mantiene en pie y no de rodillas. Yo te quise, cuánto te quise. Y te quiero, aunque este sentimiento terminará acabando conmigo. Dicen que es mejor decir lo que uno siente en alto porque sino acabará arrepintiéndose toda la vida, y yo no estoy para sumar una derrota más a esta pena. Así que, sí. Te quiero, te quise y seguramente te querré toda la vida porque yo soy quien soy porque un día estuviste tú. Haciéndome cosquillas para ver la vida desde otro punto de risa y no de vista, porque me cuidaste cuando sentía que el mundo se caía conmigo, soplaste mis rodillas y las besaste como si ese fuese el mejor remedio, y créeme, lo era. Crecí contigo, incluso cuando tú ya te habías ido. Ame como nunca creí haber amado antes, y así fue. Si me preguntan por ti, seguramente diré que el amor aún dándome la espalda sigue manteniéndome en pie, aunque esta vez sea yo la que ame de más.